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A los buenos músicos les llega un momento en que tienen que evolucionar en su carrera o se acaban consumiendo. Los dos ejemplos más claros se ven en David Bowie y Lou Reed. Dos personalidades maestras a la hora de afrontar cambios imposibles. Pues bien, en el folk, Dylan también lo hizo en su momento, demostrando que tampoco está tan cerrado el género como algunos creen, y en estos últimos años Devendra Banhart y compañía han modernizado sus bases.

Entre los artistas que merecen ser denominados así, está Tex La Homa, músico inglés, que vive en la Costa Sur de Inglaterra, y que parece hacerlo en cualquier lugar porque cuando se accede a su música el planteamiento hace viajar por donde uno se imagine. Matt Shaw, quien se encuentra detrás de este pseudónimo extraído de la novela Generación X (1991) de Douglas Coupland, también se ha reinventado, ha decidido evolucionar adentrándose casualmente al sonido de cantautor folk-pop.

El caso de Matt Shaw no es el típico de un músico de folk o cantautor tradicional, sino que anteriormente él ha experimentado hasta con la electrónica más ambient, bajo el proyecto 230 Divisadero (junto con Nick Grey), o ha enfocado una carrera donde el pop construía y se hacía cargo de buena parte de las melodías.

Little Flashes of Sunlight on a Cold Dark Sea puede ser un título largo, de los que no triunfan por no ser recordados rápidamente, pero cuando se escucha el LP se entiende a la perfección cómo el británico ha resumido en él buena parte de su carrera y el nuevo giro musical. Es un álbum intimista, con una atmósfera tan cercana que a veces llega a ruborizar por ciertas canciones donde pareces experimentar el contacto directo con él mismo y su guitarra acústica.

Desde el principio hasta el final, cada paso previo de Matt Shaw se percibe. El dream pop de anteriores trabajos está más que presente, por la manera en que enfoca la melodía de las canciones. Los toques del ambient también, por la construcción del espacio con mínimos instrumentos, ya que es una guitarra acústica el principal soporte del trabajo, apoyada en todo caso por un piano en segundo plano.

Por lo que si un músico llega al momento especial de su carrera donde sabe desnudar a sus canciones de todo lo que no necesitan, las construye sobre ellas mismas, sin casi arreglos, el resultado puede ser bastante complicado. La sencillez, en este caso, se antoja como perfecta, ante la ornamentación de muchos grupos actuales.

Los referentes hacen hablar de nombres clásicos como Leonard Cohen, quien también tiene un toque mágico para bañar al pop de una riqueza musical inusitada con pequeños ornamentos, al igual que Matt Shaw hace en esta ocasión. Prueba de ello es la emocionante ‘The Ginnel’, en la que la parte musical se limite a una suave guitarra en arpegios y de fondo leves sonidos agudos, procedentes de esa formación ambient.

Me quedaría con esa como tema perfecto del trabajo, pero entre medias, la apertura con ‘The Unaswered Question’ también habla de un buen músico, donde el piano sí que juega con más fuerza; ‘Sandbach’ en el uso de los planos y la mezcla de éstos; o ‘Falling’ que aparte de la intensidad deja retazos musicales magníficos; sin olvidar el dominio de los instrumentales en ‘Buziaczki’.

Es un trabajo que respira por todos los lados. Abierto en su hermetismo, sensible con temas tan difíciles como cuando uno recuerda el pasado y se propone retratarlo. Emociona en cada escucha, creciendo solo.

taken from http://musica.agregad.com

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